Lahav Shani con Martha Argerich – Concierto para piano nº 2
Ayer a las 23:00 horas, Martha Argerich (joven a sus 81 años) subió al escenario del Auditorio Charles Bronfman de Tel Aviv para interpretar el Concierto para piano n.º 2 de Prokofiev con la Filarmónica de Israel y su director musical Lahav Shani. 3 con la Filarmónica de Israel y su director musical Lahav Shani. Ambos iban vestidos con pantalones vaqueros, ya que se trataba del concierto de apertura de la temporada de la serie de abonos Jeans de los jueves por la noche, dirigida principalmente a la generación más joven. Cada concierto va precedido de una cerveza gratis y una actuación de jazz en el vestíbulo de la sala.
Y hoy a las 11 de la mañana volvía para el mismo programa pero esta vez con falda. Era el concierto de apertura de la temporada del ciclo de abono Intermezzo, que se celebra los viernes por la mañana y está dirigido principalmente a las generaciones mayores. Cada concierto va precedido de un café y un pastel gratuitos y de una charla previa al concierto.
Conocida mundialmente como una brillante representante de la élite pianística de nuestro tiempo MARTHA ARGERICH nació en Buenos Aires. Comenzó sus primeras clases de piano a los cinco años con Vincenzo Scaramuzza. Considerada una niña prodigio, pronto actúa en público. En 1955 se traslada a Europa y continúa sus estudios en Londres, Viena y Suiza con Bruno Seidlhofer, Friedrich Gulda, Nikita Magaloff, Madeleine Lipatti y Stefan Askenase. En 1957, ganó los concursos de piano de Bolzano y Ginebra, y en 1965 el Concurso Internacional Chopin de Varsovia. Desde entonces, es una de las pianistas más destacadas del mundo, tanto por su popularidad como por su capacidad.
Martha Argerich es una invitada habitual de las más prestigiosas orquestas y festivales de Europa, Japón, América e Israel (bajo la dirección de Zubin Mehta y Lahav Shani). La música de cámara ocupa una parte importante de su vida musical. Toca y graba regularmente con Nelson Freire, Alexandre Rabinovitch, Mischa Maisky, Gidon Kremer y Daniel Barenboim. Ella comparte: “Esta armonía dentro de un grupo de personas me produce una sensación de fuerza y paz”.
En 1723, el joven Johann Sebastian Bach fue nombrado director musical y organista de la iglesia de Santo Tomás de Leipzig. En aquella época, Leipzig era un animado centro musical, y este nuevo puesto suponía una importante oportunidad para Bach y su creciente familia. Bach deseaba presentarse a sí mismo y a su talento musical al nuevo público de Leipzig, y trató de pensar en la mejor manera de hacerlo. La Navidad era una excelente oportunidad para escribir una obra litúrgica festiva para el festival anual de la iglesia, dejando así su marca personal como nuevo director musical. La música eclesiástica escrita hasta entonces tendía a ser compleja y pesada, y el agudo sentido común de Bach le decía que debía escribir una obra ligera y accesible para el público. El magnífico resultado fue el Magnificat: una obra que consta de doce movimientos cortos, de apenas media hora de duración, basados en capítulos del Libro de Lucas, que describe el embarazo de Santa María desde el descubrimiento de su gestación hasta el nacimiento de Jesús. Cada movimiento del Magnificat es como un cuadro en una galería, que representa un momento en el tiempo como parte del viaje de María para traer su mayor regalo a la humanidad. Lo que hizo que el Magnificat fuera tan eficaz fue la capacidad de Bach para reflejar en la música las cualidades dramáticas y espirituales del texto en cada movimiento, a la vez que equilibraba magistralmente los movimientos como parte de una imagen más amplia de toda la obra.