Soda estéreo
La historia de la cultura argentina no puede contarse adecuadamente sin hacer hincapié en su música tradicional y popular, que no sólo se centra en el tango, sino también en una amplia variedad de otras músicas, estilos de baile e instrumentos tradicionales que han nacido y evolucionado en este diverso país sudamericano. Tras la llegada de los españoles y otros colonos europeos a las regiones costeras de Argentina en el siglo XVII, los gustos musicales empezaron a verse inmediatamente influenciados por la fuerte presencia de estilos musicales indígenas y ritmos africanos traídos por los esclavos desplazados que se asentaron en Centroamérica y Norteamérica. Durante los tres siglos siguientes, Argentina se convirtió en uno de los crisoles culturales más importantes de América, fusionando las influencias europeas e indígenas en una potente mezcla de estilos musicales atractivos y muy populares.
Si bien la popularidad de la danza folclórica argentina no dejó de aumentar a lo largo del siglo XIX, varios géneros folclóricos experimentaron un increíble auge de popularidad a partir de los años 50, cuando el tango y el recién nacido “rock nacional”, su variante rockera, se convirtieron en los géneros musicales número uno que dinamizaron todo el panorama musical de América del Sur y, rápidamente, del mundo.
La escena musical argentina es una mezcla de sonidos tradicionales y nuevos estilos, desde el pop latino moderno hasta el tango. A lo largo de los siglos XX y XXI, la forma de cantar (e interpretar) la música ha cambiado, gracias a pioneros argentinos como Mercedes Sosa y León Gieco.
Llegó a convertirse en la cantante argentina más prolífica y en la voz de América Latina, con discos conjuntos como “Homenaje a Violeta Parra” y “¿Será posible el Sur?” que abogaban por la democracia y urgían en una era de paz.
Su carrera musical estuvo repleta de discos, premios y papeles protagonistas en películas, y se convirtió en el primer latino en llenar el Madison Square Garden, obtuvo un premio Grammy Latino y siguió actuando hasta bien entrada la década de 1990.
Tras conseguir un papel en la serie de televisión Rincón de Luz, obtuvo más papeles de actriz en la industria cinematográfica. Poco después, se unió al grupo de pop argentino Teen Angels, haciendo su primer intento de convertirse en músico.
Durante su estancia en el grupo, realizó giras por varios países y publicó numerosos álbumes de éxito. Finalmente, sacó su primer álbum en solitario, La Bailar, que ganó algunos premios y se hizo popular en la comunidad latinoamericana.
Una estrecha calle de Buenos Aires suena con el melódico sonido de la voz de Julián Pico y el bajo zumbido de su guitarra acústica. Es la impactante imagen de apertura del primer cortometraje del grupo de rock argentino Las Sombras, El precio de la canción, y el grupo -formado por Pico, el batería Mauro López, el guitarrista principal Nicolás Lippoli y el vocalista-guitarrista Manuel Fernández- acaba de empezar.
Después de esa primera toma en la calle, la cámara se traslada a la tienda de discos local Exiles Records, donde Lippoli se desgarra con una guitarra eléctrica junto a Fernández con una acústica para una versión reducida de “Espejismo”, la canción que abre el segundo álbum de Las Sombras, Crudo. Se trasladan a un pasillo, con un pequeño escenario que se asoma al espectador en la distancia. Fernández prepara un whisky para Pico, que lanza “Vos y Yo”, de su primer álbum. En el fondo, se ve a López pasando el rato.
La escena se desarrolla en el interior de Niceto Club, un importante centro de música alternativa en el moderno barrio de Palermo de la capital argentina, donde el grupo de cuatro miembros rodó la película con el director Diego Pinche. Después de una interpretación acústica más, Las Sombras se conectan, reunidas después de mucha anticipación, y suben al escenario para un enérgico set eléctrico de siete canciones.